Arturo Chow
Introducción:
Uno de los problemas más relevantes de la educación ha sido la dificultad para identificar adecuadamente los factores que determinan la calidad de una institución educativa, lo que constituye un serio obstáculo para la adecuación de los programas educativos a las necesidades de aprendizaje de los estudiantes. De ello se deriva el especial énfasis que se ha puesto en la función docente y en su característica de incidir directamente en todos los procesos pedagógicos importantes (A. de la Orden, 1998). Esta particularidad, sin duda, tiene un peso sustancial en la generación de los resultados educativos, por lo que desde hace varias décadas ha sido analizada en búsqueda de la configuración del constructo que actualmente se denomina: “eficacia docente”.
A continuación inicio un resumen de la investigación básica sobre los conceptos más relevantes alrededor de la “eficacia docente”; espero que el mismo aporte al debate en Nicaragua, orientado al desarrollo de formas eficientes de evaluación de instituciones educativas y sus componentes.
Ante todo, creo importante señalar que el esfuerzo general de investigación se ha enfocado en la confirmación de la eficacia docente como el resultado de un contexto histórico social, que afecta de alguna manera la elección de la profesión docente, la formación profesional y el ejercicio de las funciones docentes en los centros educativos, así como de condiciones materiales, ciertas aptitudes y comportamientos docentes, que se encuentran estrechamente vinculados a lo que llamamos "buenos” resultados o logros académicos.
De todas formas, aún se encuentra en el tapete de la investigación educativa la discusión sobre la relatividad de la noción de eficacia docente; debido a su relación con infinidad de estrategias y condiciones para el alcance de logros educativos. En el futuro es necesario ahondar en esa línea de trabajo, con el interés principal de precisar mejores criterios para evaluación, capacitación y entrenamiento docente. Por el momento, debemos preguntarnos ¿qué es eficacia docente?.
Antecedentes Históricos de la Investigación sobre la eficacia docente:
El concepto primario de la eficacia docente se encuentra en los estudios psicológicos iniciales de Heider (1959) y White (1959) (En Guskey y Passaro, 1994). Según Woolfolk y Hoy en ERIC (Educational Resources Information Center) la primera referencia sobre eficacia docente se encuentra en el estudio de Barfield y Burlingame (1974), en el cual esta se define como: “un rasgo de la personalidad que le permite a una persona tratar efectivamente con el mundo” (En Guskey y Passaro, 1994).
En la actualidad uno de los conceptos más aceptado por una de las más importantes corrientes de investigación sobre la docencia es el de: “capacidad para influenciar los rendimientos de los estudiantes” (Berman, McLaughlin, Bass, Pauly & Zellman, 1977, 137, en Tschannen-Moran, 1998), este concepto nace sobre la base de los trabajos de Rotter, en su Teoría de Aprendizaje Social (1966, ídem).
El concepto derivado de Rotter y ampliado por un grupo de investigadores agrupados en la Corporación RAND (Research and Development Corporation), concibió la eficacia docente como: “el grado en que los profesores creen que pueden controlar las acciones de refuerzo docente”, entendiéndose el “refuerzo” como una variable compuesta tanto por la disposición del estudiante para la tarea o “motivación de los estudiantes”, como por los resultados o sea el “rendimiento académico”.
El concepto de RAND se apoya en la determinación de sí el control de estas variables se encuentra en manos de los profesores o depende del medio ambiente (locus de control) (en Megan Tschannen-Moran et al, 1998) y se enmarca dentro de una de las dos grandes corrientes de investigación actuales sobre la eficacia docente.
La otra gran corriente de investigación surgió con los postulados de Albert Bandura (1977, ídem), quien identificó la eficacia docente como una especie de auto percepción de eficacia, es decir: “un proceso cognitivo en el cual las personas construyen la opinión acerca de su capacidad para rendir a un determinado nivel de logros”. La idea de Bandura se centra en la influencia que pueda tener la creencia en la propia capacidad para alcanzar metas tanto sobre el nivel de esfuerzo que la gente realiza, la persistencia que ellos demuestran ante los obstáculos y errores, como sobre el nivel de estrés o decepción que pueden experimentar ante las situaciones planteadas.
A la par de la generación de teoría sobre la eficacia docente también ha crecido el interés de los investigadores por ¿cómo medir este constructo?; el movimiento parece iniciar, al menos formalmente, con Gibson y Dembo, quienes a inicios de los años 80 utilizan dos ítems RAND, en un más amplio cuestionario de 30 ítems, para recoger información que les permitiera medir lo que se ha nombrado como “General Teacher Eficaccy” (GTE).
La idea esa vez era que los resultados esperados (outcomes expectancy) reflejarían el grado en que los profesores creían poder controlar las variables medio ambientales. A diferencia del GTE original, en el que solamente se solicitaba a los entrevistados dar opinión sobre si existía control interno vs. externo de estas variables, esta vez se introdujo el concepto de auto eficacia o eficacia auto percibida, con los nuevos ítems que eran parte de otro cuestionario llamado PTE original (Personal Teacher Eficaccy), enfocado en ¿cómo operaba la “evaluación de los profesores sobre sus propias capacidades para provocar cambios positivos en los estudiantes?”.
Los resultados del trabajo de Gibson y Dembo alcanzaron alfas, en el análisis factorial, de 0.75 para PTE y de 0.79 para GTE, confirmando la incidencia de estos dos factores sobre la eficacia docente, aunque luego se han identificado algunas inconsistencias, por ejemplo la correlación de varios ítems sobre ambos factores (PTE y GTE). Por lo anterior, se han utilizando versiones más cortas, inclusive una versión de diez ítems de Hoy y Woolfolk (1993), cinco para cada factor, con la que se encontró fiabilidades para los dos sub test similares a la del original de treinta ítems (PTE con alfa = 0.77 y GTE alfa=0.72), aunque Tschannen-Moran et al, indican que estos resultados no son consistentes a través de varios estudios.
Se considera que el instrumento de Gibson y Dembo ha aportado evidencia adicional para la comprensión del constructo eficacia docente y actualmente es válido para el análisis de factores relacionados o vinculados con éste y el rendimiento académico, como “el comportamiento y las actitudes docentes, la estructura organizativa y el clima escolar”, etc.
A pesar de la inconsistencia entre algunos de los estudios que han utilizado el instrumento, se han aportado pruebas para considerar la eficacia docente, también, como un constructo motivacional, que afecta la cantidad de esfuerzo que el profesor destina en las situaciones de enseñanza y en la tenacidad que presenta ante los obstáculos (Bandura, 1997).
Un factor que ha captado el interés de los investigadores de la eficacia docente es la variable “motivación”, que ha sido relacionada con el nivel de “compromiso profesional” en la escuela básica y media (Coladarci, 1992, en Tschannen-Moran, 1998), y de profesores en formación (Evans & Tribble, 1986, ídem.).
Considero que el resultado anterior es tremendamente útil para la configuración de sistemas de selección y reclutamiento docente, basados competencias, pero especialmente en la idea de que a esta profesión llegan personas que tienen una especial valoración de la función académica, las que, puede considerarse, se encuentran también influenciadas por sentimientos de compromiso social.
Por su parte, el nivel de compromiso social, en medio de críticas condiciones de trabajo e inclusive de difíciles condiciones de vida, el caso de gran parte de los docentes de educación primaria y secundaria de Nicaragua, podría ser una variable útil para explicar la actitud de un profesor y su “permanencia en el campo de la docencia”. Como dije anteriormente, este último aspecto se
encuentra muy relacionado con la motivación y la eficacia docente, aunque sobre “permanencia en el campo de la docencia”, y más particularmente sobre las “expectativas de permanencia”, también es probable que actúen otros factores de gran peso, como el nivel de retribución esperado y el nivel de desempleo en el mercado de trabajo.
De nuevo, retomando el concepto de eficacia docente personal (PTE), podemos enumerar una serie de variables que se han encontrado relacionadas con el mismo, como por ejemplo: “experimentación en la instrucción”, “la buena disposición de los profesores para utilizar una variedad de enfoques y materiales de aprendizaje” (Allinder, 1994); “búsqueda de nuevas formas de enseñanza y la implementación de métodos progresivos de innovación” (Fuchs, Fuchs & Bishop, 1992).
También se han relacionado con la PTE: “niveles de organización”; “planificación” y “sentido de equidad de los profesores”, “claridad y entusiasmo en la enseñanza”, mientras el GTE también ha sido relacionado con estas dos últimas variables.
A pesar del amplio número de investigaciones que se han realizado, desde una u otra corriente, hay aún muchos asuntos pendientes que resolver, uno de ellos es si la eficacia docente es un rasgo que pueda observarse en cualquier tipo de contexto, o si por el contrario ¿es una característica propia de un contexto dado?, además, ¿puede medirse, con los instrumentos tradicionales (Megan Tschannen-Moran et al, 1998).
Lo anterior nos presenta la dicotomía de lo individual (o personal) y lo colectivo (o contextual) en la investigación educativa, de la que se tiene noción desde hace relativamente bastante tiempo, pero que ha sido poco tratada y relacionada con los resultados estudiantiles (incluyendo rendimientos académicos y cambio de actitudes), como se deduce de las reflexiones en el estudio sobre la eficacia docente de Avalos y Haddad (“Evaluación y Reforma Educativa”, PREAL, 1997, pp.227).
Por lo mismo, debemos considerar que la investigación educativa aún tiene que abordar consistentemente y más a fondo aspectos como la motivación, las expectativas personales y la satisfacción de los profesores, aspectos que tienen una importante influencia sobre el comportamiento de los individuos con cierto nivel académico y específicamente sobre el nivel de eficacia que demuestran en el desempeño de su trabajo.
Otra observación al respecto es que en la mayoría de los casos se estudia al profesor desde la perspectiva meramente técnica-profesional y centrada en la función de instrucción, siendo esta la más importante en el proceso enseñanza aprendizaje, pero no la única dentro de las múltiples funciones y actividades que debe desarrollar.
Podemos concluir, del análisis presentado que existe una fuerte relación entre el nivel de satisfacción docente, su motivación y nivel de expectativas, lo que a su vez puede ser determinante, junto a las competencias profesionales, en los resultados académicos de los estudiantes. Encontrar relaciones significativas en este sentido contribuirá en el establecimiento de sistemas de formación y capacitación docente más eficientes. Otro de los asuntos importantes para la investigación de la eficacia docente es la identificación de las condiciones que impone el contexto y ¿cómo esto se refleja en los resultados académicos de los estudiantes?. La investigación sobre la eficacia docente nos brinda evidencia de que ésta varía, según la presencia de una serie de factores, sin embargo aún no podemos explicar tajantemente que la misma cambie de un contexto a otro y ¿cómo sucede esto?.
Debemos avanzar hacia la explicación de este fenómeno, con la certeza que actualmente ya no caben los programas o contenidos para formación docente que no tomen en cuenta el efecto del contexto sobre los logros académicos de los estudiantes y sobre todo el nivel de disposición y motivación de los profesores.
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